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Road Trip por el norte de España

Road Trip por el norte de España
Autor ToniEscuder - Fecha de creación
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  • Domingo 8 de julio: Olite
  • Lunes 9 de julio: Ujué, Castillo de Javier y Monasterio de Leyre
  • Martes 10 de julio: Hondarribia y San Juan de Luz
  • Miércoles 11 de julio: San Sebastián
  • Jueves 12 a Domingo 15 de julio: Bilbao

El día de reyes mi novia me regaló unas entradas para el festival Bilbao BBK Live que se celebra en el monte Cobetas en el mes de julio. Aprovechando que teníamos que subir al norte de España, decidimos realizar un road trip hasta llegar a nuestro destino.

Domingo 8 de julio: Olite

Tras unas 4 horas y media de viaje -evitando peajes- llegamos a Olite, nuestro primer destino de la Comunidad Foral de Navarra. Habíamos reservado una habitación por airbnb y lo primero que hicimos fue dirigirnos a ella para descargar nuestro equipaje. Como ya era la hora comer, fuimos a la Plaza Carlos III el Noble, el lugar más concurrido y con vida del pueblo. Esta plaza alargada se encuentra limitada por un lado por el ayuntamiento y por el otro por el monumento más famoso del lugar: el Palacio Real de Olite.

Comimos en el restaurante Ducay. Pedimos para compartir una ensalada, una ración de chistorra de Navarra, una ración de bravas y otra de rabas. Para beber 2 cañas y 2 cañones de cerveza (por el norte se le llama cañón a la pinta). En total salimos a 45€ aproximadamente.

Tras recargar energías, nuestra primera visita sería a la Iglesia de Santa María la Real. Este templo de estilo gótico fue declarado Bien de Interés Cultural. Se encuentra adosado al Palacio Real. En su fachada se puede observar todavía parte de su policromía original, en ella se representan varios pasajes bíblicos como la anunciación de María, el nacimiento de Jesús, la matanza de los inocentes, la huida a Egipto y el bautismo de Jesús. El atrio se encuentra flanqueado por dos estatuas que representa a Doña Blanca de Navarra y la Virgen con el niño. Accedimos dentro pagando previamente un ticket de 1.5€. Lo más destacable de su interior es el retablo de estilo renacentista.

Posteriormente, fuimos al Palacio Real, antiguo palacio de los reyes del Reino de Navarra, considerado uno de los más bellos de Europa en su momento. Compramos dos tickets con guía por 9€. En la visita nos explicaron la historia del palacio y la usabilidad de las distintas habitaciones y torreones. El palacio fue construido por orden de Carlos III el Noble allá en el siglo XV aprovechando el antiguo castillo. Algo que destaca de este asombroso palacio es su poca coherencia en la construcción y esto se debe a las continuas ampliaciones y reformas que se fueron realizando durante siglos. Otra cosa más que me sorprendió fue la nevera, está en la parte más húmeda y fría y parece un huevo de dragón gigante. Su finalidad era almacenar nieve y hielo en las estaciones frías para poder usarlo en épocas de más calor. Hay que destacar que el palacio que observamos hoy en día es una reconstrucción del original ya que éste fue incendiado durante la guerra de la independencia Española por miedo a que los franceses fortificaran en él. 

Tras terminar la visita, fuimos a ver la parte más antigua del palacio, convertido hoy en día en un Parador. Por dentro está adornado con motivos medievales. Fuimos a su restaurante a tomarnos un par de helados y una Coca-Cola.

Dimos un agradable paseo recorriendo los exteriores del palacio, las callejuelas del pueblo y pasando por la Iglesia de San Pedro, de estilo románico, gótico y barroco que data del siglo XII, siendo así la iglesia más antigua de la ciudad.

Para finalizar el día, primero nos tomamos unas cervezas en la Plaza Carlos III y después cenamos en Casa del Preboste. Pedimos una tapa de quesos y una pizza de champiñones y jamón a compartir, junto con dos Coca-Colas salió a un total de 27€. No sé si fue cosa de esta cena, pero por la noche, tanto mi pareja como yo tuvimos un fuerte malestar estomacal que no volvió a aparecer en todo el viaje.

Lunes 9 de julio: Ujué, Castillo de Javier y Monasterio de Leyre

Al día siguiente marchamos hacia Ujué, pueblo situado a unos 20 minutos en coche de Olite. Este municipio de poco más de 200 habitantes pertenece a la asociación de los Pueblos Más Bonitos de España. Su aspecto es medieval y sus calles laberínticas y empedradas en continuas pendientes que llevan hasta la parte más alta y céntrica donde está el precioso Santuario Fortaleza de Santa María de Ujué. En la parte baja del pueblo se encuentran las ruinas de la Iglesia de San Miguel y detrás está el altar donde se coronó la imagen de la Virgen de Ujué en 1952 junto a un monolito de piedra para recordar aquel evento.

Tras un par de horas recorriendo todos los recovecos, partimos hacia el Castillo de Javier que se encuentra a unos 50 minutos en coche. Se localiza dentro de un complejo que contiene un par de hoteles y restaurantes así como una oficina de turismo. A la entrada de dicho complejo hay una gran explanada con parking. Accedimos al castillo, que data del siglo X, por un pequeño puente levadizo y compramos dos tickets por 3€ cada uno y una audioguía compartida por 2€ para ver su interior. Dentro se narra la historia de la persona más importante que nació y vivió en este lugar: San Francisco Javier. Santo que partió como misionero a tierras asiáticas para predicar el evangelio. Adosado al castillo hay una basílica en cuya fachada se recogen motivos de la vida de Javier.

Con esto ya se nos hizo la hora de comer. Aprovechando que el complejo tenía restaurantes, entramos a El Mesón y comimos de menú por 18.90€ cada uno con bebida incluida.

Nuestra última visita del día fue al Monasterio de Leyre, que se encuentra a 10 minutos en coche desde Javier, situado ya casi en el límite con la frontera de la provincia de Aragón. Compramos por 3.70€ los tickets con visita guiada. Este monasterio es importante por su relevancia histórica ya que contiene ejemplares del románico en un periodo muy temprano. Debido a esto, destacan sobre todo sus irregularidades en la construcción. La Iglesia de San Salvador de Leyre es el elemento principal del monasterio, su cripta no llega a ser subterránea y llama la atención sus grandes capiteles sobre diminutas columnas. En el panteón yacen los primeros monarcas del reino de Pamplona. Algo que habría que remarcar es que este monasterio tenía carácter defensivo, lo cual se aprecia en algunos elementos tales como las aspilleras de sus muros.

Volvimos de nuevo hacia Olite, pero antes hicimos una parada de 10 minutos en mitad de la carretera para contemplar el pueblecito de Ayesa. Desde lo lejos, intentábamos imaginarnos como sería el día a día allí. A Olite llegamos sobre la hora de cenar, fuimos de nuevo a Ducay, pero esta vez pedimos una hamburguesa y un bocata. Tras esto, una última vuelta para despedir este precioso lugar.

Martes 10 de julio: Hondarribia y San Juan de Luz

Nos despartamos pronto para emprender viaje hacia nuestro nuevo destino, pero al coger el coche nos dimos cuenta de que el cubrecárter del coche estaba descolgado. El dueño del hogar donde nos alojábamos, muy amablemente, nos acompañó a un mecánico. Por suerte no fue nada, un tornillo que se había salido. Así que salimos con algo de retraso hacia Fuenterrabía (u Hondarribia en euskera), situado en la provincia de Guipúzcoa del País Vasco, al límite de la frontera con Francia. Tardamos aproximadamente 2 horas pagando algún peaje.

Fuimos directos a su casco histórico que se encuentra amurallado. Entramos dentro de la oficina de turismo para ver que podíamos hacer allí en una mañana y qué zona era recomendable para comer. Esta oficina se encuentra en la Plaza de armas, frente al Castillo de Carlos V que data del siglo X y que hoy en día alberga un Parador. Recorrimos las bonitas calles del casco antiguo y pasamos frente a la Iglesia de Nuestra Señora del Manzano construida sobre la misma muralla. En la puerta amurallada de Santa María se encuentra una escultura de un hachero, es el soldado que abría paso a las tropas. Paseamos por las distintas plazas y aprovechamos para tomar algún refresco.

Para comer fuimos al precioso barrio pesquero. Las casitas antiguas de este lugar son de fachada blanca con vigas de madera y balcones coloridos. Nos sentamos en la terraza del Bar Ondarribi y pedimos unos mejillones tigre, unas anchoas fritas y un rape con almejas y patatas todo a compartir que junto a la bebida salió por 40.20€. Todo buenísimo. Posteriormente, pedimos unos helados en una heladería y mientras nos los comíamos estuvimos paseando por el puerto hasta llegar al lugar donde teníamos el coche. Nos esperaba nuestra siguiente parada: San Juan de Luz.

Tardaríamos unos 40 minutos en llegar a San Juan de Luz o Saint-Jean-de-Luz en francés. Se trata de un pueblo situado en una bahía del mar Cantábrico ya en territorio francés. Dejamos el coche en zona azul cerca del puerto. Comenzamos dando un paseo por la Plaza de Luis XIV, lo que más destaca sobre todas las cosas es la casa señorial de mismo nombre -Maison Louis XIV. Continuamos por el puerto para finalmente salir a la preciosa playa de San Juan de Luz. Lo que más nos gustó de aquí son las bonitas casas conectadas con puentes con el paseo marítimo que se encuentra elevado sobre el dique de la playa. Aprovechando el buen tiempo, nos pusimos el bañador para pegarnos un chapuzón. La vista desde el mar a esta playa urbana resultó ser una de las postales más bonitas de todo el viaje.

A última hora de la tarde dimos ya un paseo por la calle peatonal principal: Rue Leon Gambetta. Está muy animada y llena de tiendecitas. Además, ahí se encuentra el templo más importante del pueblo: Iglesia de San Juan Bautista.

Estábamos en pleno Mundial de fútbol, y Francia jugaba ese mismo día su pase a la final frente a Bélgica. Muchas personas iban con las caras pintadas con la bandera gala. Nos acercamos a un local con puestos de comida que estaba muy ambientado y tenía pantallas grandes para ver el partido. Presenciamos la primera parte ahí, pero para ver la segunda nos fuimos a un restaurante a cenar ya que daba un poco de agobio de tanta gente que había.

Fuimos a Ongi Ethorri el cual ofrecía un menú a buen precio. De primero elegimos mejillones al vapor y una ensalada y de segundo unas sardinas y unos mejillones a la marinera. Junto a los postres y la bebida salió a un total de 42.60€. Terminamos prácticamente con el partido, ganó Francia y todos lo celebraban en la calle. Un ambiente fantástico, pero nosotros nos teníamos que marchar ya que debíamos ir a nuestro hotel que se encontraba cerca de San Sebastián.

El hotel donde nos alojamos durante las siguientes dos noches fue Hotel Errekalde, situado a las afueras de la localidad de Lezo en plena carretera GI-636. La noche nos salió a 75€ la habitación doble totalmente equipada, pero sin desayuno -aunque por comodidad terminamos desayunando los dos días en el restaurante del hotel.

Miércoles 11 de julio: San Sebastián

A la mañana siguiente, fuimos a pasar el día a San Sebastián, la capital guipuzcoana. Dejamos el coche en zona azul cerca de las universidades y fuimos andando hasta llegar a la playa de Ondarreta. Lo primero que hicimos fue pasear hasta el Peine del Viento, un conjunto de 3 esculturas de acero creadas por Eduardo Chillida y que están incrustadas en rocas en el mar. Posteriormente cogimos el funicular -previo pago de 3.15€ ida y vuelta por persona- para subir al Monte Igueldo. Arriba hay un parque de atracciones y varios miradores con vistas increíbles. Nos subimos a una atracción de agua en el que ibas sentado en una barquita y a una montaña suiza. Vale la pena subir solo por las vistas y la diversión -los precios oscilaban entre 2 y 3€ por persona y atracción. Finalmente subimos al torreón -2.5€ por persona- que es una torre construida en el siglo XVIII y que tuvo la funcionalidad de faro. Subiendo por las escaleras hay una exposición de la historia de San Sebastián y arriba del todo se puede disfrutar de las vistas más altas de la ciudad.

Volvimos a por el coche y, tras pagar la zona azul que era bastante barata sin llegar a los 2€, nos dirigimos a la otra parte de la ciudad. En esta ocasión dejamos el coche en un parking de la plaza Okendo.

Fuimos a comer a la Cuchara de San Telmo, un restaurante que le habían recomendado a mi pareja. Se encuentra en Santa Korda Kalea número 4. Hay que hacer un poco de cola para coger mesa, pero vale la pena ya que fue el lugar donde mejor comimos de todo el viaje. Pedimos tapas a compartir que consistió en pulpo asado, navajas con espárragos y taco de buey; para beber unos zuritos y cañas. La cuenta total fue de 41.80€.

Nos tomamos un café en Zuloaga Plaza y comenzamos la subida al monte Urgull. En el siglo XII fue una fortaleza militar de la que todavía quedan las murallas. Hay varios miradores con vistas maravillosas en todas las direcciones, pudiendo contemplar la Bahía de la Concha con el Monte Igueldo detrás. Pasamos por el cementerio de los ingleses del que se dice que yacen los ingleses perecidos en la Primera Guerra Carlista. Antes de llegar a la cumbre, tuvimos que empezar la bajada ya que a mi pareja se le rompió una zapatilla. Fuimos directos a la Parte Vieja donde localizamos una zapatería para comprar un nuevo calzado, ¡qué mejor souvenir que unas alpargatas!. Continuamos viendo todas las calles empedradas del barrio, pasando por sus distintas plazas -muy pintoresca la Plaza de la Constitución- e iglesias y posteriormente cruzamos al otro lado del río Urumea para pasear por el Centro Kursaal Elkargunea -donde se celebra el Festival Internacional de Cine de San Sebastian- y contemplar la Playa de Zurriola.

Era ya media tarde y tocaba ir al lugar más famoso de la ciudad, la Playa de la Concha. Por el camino pasamos por el Hotel María Cristina, símbolo de la belle époque donostiarra y donde actualmente se alojan las principales estrellas de cine que acuden al Festival de San Sebastián. Comenzamos a recorrer el paseo de la Concha desde el ayuntamiento. Llama la atención la hermosa barandilla blanca que bordea todo el paseo, considerada uno de los iconos de la ciudad. Nos sentamos un rato a contemplar la playa desde los soportales de piedra que hay debajo y posteriormente buscamos un lugar para cenar.

Cenamos en Café la Concha, situado en el mismo paseo y con la terraza mirando a la playa. Nos pedimos para compartir una ensalada, unas anchoas del cantábrico y un tartar de atún. La comida no era nada del otro mundo y algo pobre. Junto con la bebida salió cerca de 57€ en total. Lo mejor: ver el atardecer y contemplar los bellos cambios de color del cielo sobre la playa.

Volvimos a recorrer el paseo de la Concha, ahora ya con las luces de sus majestuosas farolas encendidas. Fuimos ya hacia el parking a recoger el coche y dirigirnos al hotel. El precio total del parking fue de 20.60€, creo que habría salido más barato dejar el coche donde lo teníamos y haber vuelto en taxi a por él. Con esto finalizó este precioso día en una de las ciudades más bonitas de España.

Jueves 12 a Domingo 15 de julio: Bilbao

Salíamos temprano de nuestro hotel para dirigirnos a nuestro destino final: Bilbao. Tardaríamos cerca de hora y media por la AP8 hasta llegar a nuestro alojamiento. Se trataba de una habitación cogida por airbnb en pleno Casco Viejo. Estuvimos allí los siguientes 3 días que duraría el festival para volver hacia Valencia el domingo. Poco puedo contar de esta ciudad ya que nuestro tiempo lo abarcó prácticamente el Bilbao BBK Live. Comimos en el mismo barrio de pinchos, se come muy bien en casi cualquier lado. Visitamos lo que pudimos de la ciudad, sin llegar a entrar a nada: el Guggenheim, el Teatro Arriaga, la Plaza Nueva, sus distintas iglesias, la catedral, el ayuntamiento, sus distintos puentes por la ría de Bilbao... Pero creo, que lo que más me gustó, fueron las vistas desde el monte Cobetas, donde se celebraba el festival. Se veía toda la ciudad entre montañas verdes, realmente bonito.

La vuelta fue dura, 6 horas de viaje aproximadamente pagando unos 30€ en peajes. Hicimos una parada en Haro, en La Rioja y autodenominada capital del Rioja, para comer. Se dice que este pueblo, junto a Jerez de la Frontera, fue la primera localidad española en recibir alumbrado eléctrico.

Fue una semana de road trip muy completa, visitando lugares con mucho encanto y finalizando, como si se tratara de una mascletà llegando al terremoto final, con uno de los mejores festivales de música del país.


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