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Oeste de Islandia: Viaje al centro de la tierra

Oeste de Islandia: Viaje al centro de la tierra
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Autor ToniEscuder - Fecha de creación
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  • Día 1: Hraunfossar, Barnafoss, Borgarnes, Búðakirkja y Arnarstapi
  • Día 2: Península de Snaefellsnes

Día 1: Hraunfossar, Barnafoss, Borgarnes, Búðakirkja y Arnarstapi

En nuestro primer día, Islandia nos ofreció la peor de sus caras. Hacía frío y soplaba un fuerte viento junto a una lluvia constante. ¿Y esto era verano? No quería ni pensar cómo sería el invierno. Happy Campers, nuestra compañía de alquiler de vehículo, vino a buscarnos a nuestro hotel Eldey Hotel Airport, situado en las inmediaciones del aeropuerto de Keflavik y donde pasamos la primera noche debido a que nuestro vuelo llegaba ya de madrugada. Nos llevaron hasta su base para darnos nuestra camper que nos acompañaría en esta aventura.

Antes de comenzar nuestra ruta, fuimos a un supermercado a comprar provisiones. Una compra básica con comida precocinada o sencilla de hacer como pasta o sopas. Los precios en los supermercados son superiores a los de España, pero tampoco nos parecieron desorbitados. 

Ahora sí, pusimos rumbo a nuestro primer destino: Hraunfossar. Nos llevaría cerca de dos horas llegar. Dos horas en las que tuvimos la esperanza de que el tiempo fuera cambiando, pero no sucedió. Al llegar, estuvimos un rato dentro de nuestra camper hasta que aflojó un poco la lluvia, fue el momento de enfundarnos nuestra ropa impermeable. Además, durante ese tiempo desaparecieron los autobuses llenos de turistas que habían llegado para comer en la cafetería que había en el parking. Estábamos prácticamente solos.

Hraunfossar es una serie de pequeñas cascadas que abarca un ancho de 1 kilómetro. El agua emerge hasta la superficie procedente de los campos de lava de Hallmundarhraun para terminar desembocando en el río Hvitá. Estos campos de lava se crearon por la erupción de los volcanes que se encontraban bajo el glaciar Langjökull, el segundo glaciar más grande de Islandia.

Hraunfossar
Hraunfossar

Desde el parking, parte el sendero que nos conduce hasta Hraunfossar. No se tarda ni 5 minutos en llegar y contemplar una maravillosa estampa que hacía olvidarte totalmente del mal tiempo. Era la primera cascada que veíamos en Islandia, la primera de muchas.

Siguiendo un poco más el sendero se llega a Barnafoss. Se trata de una pequeña cascada formada por una serie de rápidos sobre un estrecho del río Hvitá. El agua corre con violencia teniendo un caudal de 80 m³/s, aunque ha llegado a superar los 500 m³/s provocando el desbordamiento del río. Barnafoss quiere decir literalmente "la cascada de los niños". Según cuenta la leyenda, un día de Navidad la familia Hraunsäs fue a misa, con la excepción de sus dos hijos que iban a quedarse en casa. Cuando volvieron, los niños habían desaparecido y sus huellas conducían al río. Se habían caído de un arco que atravesaba el río y se habían ahogado. Su madre, para prevenir que se repitiera esta tragedia, destruyó el arco.

Barnafoss
Barnafoss

Tras comer dentro de la camper, nuestra siguiente parada fue en Borgarnes. Una pequeña población que se encuentra localizada sobre el fiordo Borgarfjörður y que nos venía de paso en nuestro camino hacía la península de Snaefellsnes. Se trata de un lugar con muchísima historia, ya que allí se asentaron algunos de los primeros islandeses. Todo esto está contando en el museo Settlement Centre que ofrece 2 exposiciones. La primera cuenta el descubrimiento y la colonización de Islandia; y la segunda trata sobre la Saga Egil, una historia que cuenta las aventuras de Egil Skallagrímson, el primer colono de la región de Borgarfjörður.

Tomamos la carretera 54 para dirigirnos a la península de Snaefellsnes. Playas negras, impresionantes acantilados, fiordos, cráteres, cascadas, coladas de lava... Y todo coronado por el glaciar y estratovolcán Snæfellsjökull que sirvió como inspiración al famoso libro de Julio Verne "Viaje al centro de la tierra". Muchos dicen que la península de Snaefellsnes es una Islandia en miniatura. Nos tocaba comprobarlo, estábamos ansiosos por conocer este maravilloso lugar.

El tiempo seguía sin acompañarnos. Igual sin lluvia, nos hubiéramos detenido en la playa de Ytri Tunga para contemplar focas, pero había muy poca visibilidad y seguimos hacia delante hasta llegar a la solitaria iglesia negra de Búðir:  Búðakirkja. Según se cuenta, Steinunn Sveinsdóttir solicitó a las autoridades a mediados del siglo XIX reconstruir la iglesia de Búðir que anteriormente fue abolida por la carta real de 1816 debido a su estado de deterioro. Ella fue quien dirigió y pagó la construcción de la iglesia que aún hoy se conserva. A través de los años sufrió varias modificaciones hasta que en 1987 se recuperó su apariencia original tal y como estaba en 1848. La mujer se encuentra enterrada en el cementerio adyacente. Hoy en día Búðakirkja es una de las iglesias más emblemáticas de Islandia al ofrecer una imagen singular entre los campos de lava donde se localiza.

Búðakirkja
Búðakirkja

Con todo esto, dábamos por terminado nuestro primer día. Nos dirigíamos al camping de Anarstapi para descansar. El precio fue de 4.000 coronas para dos personas y la ducha tenía un coste adicional: 500 coronas por 5 minutos. Las instalaciones estaban bastantes limpias y eran suficientes para los que estábamos allí. Llegaba el momento de cerrar los ojos, descansar y esperar que el tiempo mejorara.

Día 2: Península de Snaefellsnes

Y salió el sol. Ya habíamos leído que el tiempo en Islandia es muy cambiante y que incluso en el mismo día puedes llegar a sufrir las 4 estaciones del año. Así que tocaba disfrutar del sol mientras durase.

Aprovechamos para poder poner la camper en orden, cosa que no pudimos el día anterior por el temporal. Salimos de Anarstapi tan contentos por el sol que hasta se nos olvidó que en la costa escarpada de esta localidad se encuentra Gatklettur: un gran arco rocoso natural sobre el mar en el que anidan cientos de aves marinas.

Seguimos recorriendo el sur de la península y paramos en los miradores de Lóndrangar. En este lugar, existe sobre la costa 2 tapones volcánicos de basalto de 75 y 61 metros de altura donde las aves suelen anidar. Se cree que forma parte de un cráter más grande que se fue erosionado en su mayor parte por el mar. Desde el parking de Lóndrangar, pudimos contemplar el glaciar Snæfellsjökull en un momento en el que las nubes lo dejaron al descubierto.

Lóndrangar
Lóndrangar

Un poco más adelante, siguiendo la carretera y ya en la costa suroeste, llegamos a Djúpalónssandur. Una playa de arena negra. Desde el parking parte el pequeño sendero de Nautastígur, que significa literalmente "camino de los toros". Este nombre se debe a que antiguamente utilizaban este sendero para llevar a las reses a 2 pequeños lagos que son conocidos como Djúpulón y Svörtulón. El camino está rodeado de formaciones rocosas volcánicas que dan lugar a la imaginación. Destaca una curiosa formación con un agujero conocida como Gatklettur, al igual que el arco de Anarstapi.

Pasando el lago Svörtulón, sobre la arena de la playa, hay una serie de metales oxidados que pertenecieron al Epine GY7: un barco de arrastre inglés que naufragó en 1948. También había una serie de piedras que unos hombres intentaban levantar: son rocas de levantamiento de peso que las tripulaciones de los barcos usaban para medir la fuerza de los aspirantes a marinero. La playa de Djúpalónssandur está formada por pequeñas piedras negras llamadas Djúpalónsperlur que significa "perlas de Djúpalón". A un lado hay unas formaciones rocosas bastantes curiosas que reciben el nombre de Söngklettur y Kerling. Según las leyendas islandesas, la primera formación se trata de una iglesia élfica y la segunda de una mujer trol convertida en piedra. Si se sigue el sendero de la playa se puede llegar a la playa de Dritvík, que fue el mayor puerto pesquero de Islandia entre los siglos XVI y XIX.

 Djúpalónssandur
Djúpalónssandur

Continuando la carretera ya dirección norte, y en la costa oeste de la península, llegamos al cráter Saxhóll. Acceder a la cima de este cráter que erupcionó hace 4.000 años es bastante sencillo. Desde el propio parking parte una rampa con escalones que te deja en la misma cima. Desde lo alto pudimos contemplar los campos de lava de Neshraum con el océano al fondo.

Cráter Saxhóll
Cráter Saxhóll

Hicimos una pequeña parada antes de llegar a Hellissandur para comer, ya en la costa norte de la península. Hay bastantes merenderos por las carreteras islandesas, aunque no suelen tener nada. Ni tan siquiera una papelera. Prácticamente, un merendero es un trozo de tierra donde te puedes apartar para descansar.

A la entrada de Hellissandur se encuentra el museo marítimo que alberga el barco pesquero más antiguo de Islandia y réplicas de casas de pescadores con su tejado cubierto de hierba. El Snæfellsjökull está como telón de fondo en esta población. Nos detuvimos en una cafetería muy coqueta y acogedora que se llama Gilbakki para tomarnos unos chocolates calientes. Al salir, rebajamos las calorías dando saltos en unas colchonetas hinchables que se encuentran al aire libre. Estas colchonetas están prácticamente en todos los pueblos de Islandia. Los niños disfrutan muchísimo en ellas, incluso cuando llueve. 

Dimos un paseo por los murales de Hellissandur. Este poblado se ha ganado la reputación de ser la capital del arte callejero de Islandia. En 2018 se convocó a un grupo de artistas internacionales para transformar una fábrica de pescado abandonada y varios edificios más en 30 grandes obras de arte. Cada mural está inspirado en Islandia: desde el único asesino en serie registrado en Islandia, Áxlar-Björn; hasta Bárður Snaefellsás, protector de la península de Snaefellsnes. 

Murales de Hellissandur
Murales de Hellissandur

Nuestra siguiente parada fue el que posiblemente sea el lugar más fotografiado de Islandia: Kirkjufell. Su nombre significa "la montaña de la iglesia" y su popularidad ha incrementado a raíz de la serie de Juego de Tronos al ser uno de los escenarios de Más Allá del Muro. A pesar de que en la serie la hemos visto totalmente nevada, su mejor cara la presenta en verano. Esta montaña de origen volcánico y de 463 metros de altura, se encuentra a orillas del océano atlántico y deja embobado a todo aquel que la mira por su singular forma.

Hay 2 parkings para visitar Kirkjufell: uno es gratuito, pero bastante limitado, a pie de la propia montaña; el otro, que está al otro lado de la carretera, es de pago y nos costó 700 coronas. Desde el parking de pago parte un pequeño sendero que te lleva hasta Kirkjufellsfoss, una pequeña cascada que junto a Kirkjufell crean una estampa difícil de superar en belleza. 

Tuvimos bastante suerte en nuestra visita ya que algunos nubarrones amenazaban con tapar la montaña, pero el tiempo nos respetó y lo pudimos ver soleado. Este fue el lugar donde más turistas vimos de toda la península de Snaefellsnes. Lograr hacerte la foto de turno sin que se te cruce nadie por el medio, no es tarea fácil.

Kirkjufellsfoss y Kirkjufell
Kirkjufellsfoss y Kirkjufell

La pequeña localidad de Grundarfjörður se encuentra a los pies de Kirkjufell. Apenas tiene cosas interesantes para hacer o ver, pero desde luego se encuentra en un lugar privilegiado. Desde el poblado podemos tener otra perspectiva bastante diferente de la montaña.

El siguiente lugar donde paramos fue en los campos de lava de Berserkjahraun. Para llegar basta con seguir la carretera 54 y detenerse justo en el desvío donde se indica el Bjarnarhöfn Shark Museum. Este inmenso campo de lava se creó hace unos 4.000 años por la erupción de 4 cráteres que se dejan ver al fondo del paisaje. La lava corrió desde las laderas del Bjarnarhafnarfjall hasta el mar.

Campos de lava de Berserkjahraun
Campos de lava de Berserkjahraun

Nuestra última parada en la península de Snaefellsnes fue en Stykkishólmur. Lo primero que hicimos fue cenar un fish & chips en un puesto que se encuentra en una placita del paseo marítimo junto al parking. Salió por unas 2.000 coronas por persona con refresco incluido. 

Después de dar un agradable paseo por sus calles con alegres casitas de colores, fuimos a la pequeña isla de basalto llamada Súgandisey. Esta isla está comunicada por tierra por el puerto de Stykkishólmur y subir a la parte más alta es bastante sencillo. Arriba hay un pequeño faro, aunque lo mejor son las vistas al fiordo Breiðafjörður y al propio pueblo. Este fiordo separa la península de Snaefellsnes de los fiordos del oeste y cuenta con un sinfín de islotes, entre ellos Flatey que es el único habitado durante todo el año. El fiordo se puede cruzar en barco. En verano parten 2 ferris diarios que van desde Stykkishólmur hasta Brjánslækur, ya en los fiordos del oeste, con parada en Flatey.

Puerto de Stykkishólmur y Súgandisey
Puerto de Stykkishólmur y Súgandisey

Y con esto partíamos ya hacia el camping de Búðardalur. La carretera para llegar hasta aquí es casi toda de grava y el viaje se nos hizo algo pesado ya que era más de hora y media de camino. El camping estaba bastante lleno, y se escuchaba bastante el español. Nos costó 3.000 coronas por 2 personas. En general, estaba muy bien, con zona común para cocinar incluida.


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