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Estambul, un lugar lleno de contrastes

Estambul, un lugar lleno de contrastes
Autor ToniEscuder - Fecha de creación

En verano de 2008 visité esta bella ciudad tras haber pasado previamente por Ankara y la Capadocia, en total estuve 2 días y medio, muy pocos para ver esta inmensa ciudad pero que aproveché al máximo sin dar ni un solo minuto de tregua a mis piernas.

Llegué a mitad tarde y lo primero que hice fue ir hacia la Plaza de Sultanahmed paseando por la avenida Ordu, una de las principales avenidas de la ciudad que empalma con la calle Yeniçeriler y termina en el barrio de Sultananhmed. El tranvía recorre todo este tramo también. A medida que me acercaba a la plaza, Mezquita Azul y Santas Sofía se hacían más visibles. Era impresionante.

Mezquita Azul
Mezquita Azul

La Plaza de Sultanahmed, también conocida como el hipódromo de Constantinopla por ubicarse allí antiguamente el circo, desborda belleza por todos lados. Es imposible borrar el recuerdo de lo que contemplaban mis ojos en aquel momento: a un lado la Mezquita Azul y al otro Santa Sofía, todo rodeado entre bellos jardines que sólo hacen que realzar más el impresionante paisaje. La plaza se encuentra muy transitada a cualquier hora, hay que tener en cuenta que los musulmanes acuden al rezo a la Mezquita Azul. Me llamó mucho la atención las fuentes que habían cerca de la mezquita donde los varones se lavaban los pies antes de acceder a ésta.

Santa Sofía
Santa Sofía

Quedan todavía elementos del antiguo hipódromo como el Obelisco de Teodosio, un enorme obelisco egipcio que perteneció al faraón Tutmosis III, junto a la Columna Serpentina y la Columna de Costantino, que quedan eclipsados ante las 2 grandes atracciones de Estambul.

Después de esta primera toma de contacto, me dejé perder por sus sinuosas callejuelas adoquinadas y posteriormente cené en el primer restaurante con el que me crucé. Hay que tener un poco de cuidado con las especias, algunas pican de lo lindo. Con todo esto me volvía para el hotel a descansar. 

Quería aprovechar al máximo el día y ver todo lo posible. Creo que lo estruje a más no poder. A primera hora volví de nuevo a la Plaza de Sultanahmed para entrar dentro de la Mezquita Azul. La cola para acceder es muy larga y su acceso es gratuito. Los turistas solo pueden acceder al templo fuera de los horarios de oración y deben de descalzarse previamente. Hay cierto código de vestimenta por respeto a la religión musulmana: las rodillas deben de ir tapadas, nada de bermudas o faldas cortas, y, si eres mujer, los hombros y cabello han de ir cubiertos por un pañuelo que en caso de no tener te lo ofrecen.

La mezquita fue construida entre los años 1606 y 1616 bajo el mandato del sultán Ahmet I por obra del arquitecto Sedefkar Mehmet Aga. Cuenta con 6 minaretes, lo que provocó una gran polémica, pues hasta entonces, la única que poseía tal cantidad de minaretes era La Meca. El Sultán acabó solucionando ordenando que se construyera un minarete más en La Meca. En su interior hay más de 200 vidrieras y más de 20.000 azulejos de cerámica azules hechos a mano, y traídos desde Iznik, con varios diseños distintos de tulipanes. En algunas zonas, el color azul se ha ido perdiendo debido a que, a medida que se iba construyendo, el precio del azulejo iba subiendo, lo que llevó a que los últimos que se pusieron fueran de peor calidad.

Interior Mezquita Azul
Interior Mezquita Azul

Ahora tocaba visitar Santa Sofía. Creada en los tiempos del Imperio Bizantino, Santa Sofía es una de las grandes obras que ha podido crear el ser humano. La obra maestra del arte bizantino. El templo fue iglesia durante cerca de 1000 años llegando a ser la Catedral de la Iglesia Católica del imperio de Constantinopla. Posteriormente, tras la conquista del Imperio Otomano, pasó a ser reconvertida a mezquita dotándola de cuatro minaretes. Tras la creación de la República de Turquía, Atatürk quiso que pasara a ser un museo para honrar el legado de todas las civilizaciones que formaron la nación.

En la actualidad, Santa Sofía o Ayasofya, como también es conocida, es todo un símbolo de Estambul. En su interior existe un gran mestizaje cultural dotándole de un contraste único provocado por el cambio de utilidad que tuvo. Cabría destacar sus mosaicos bizantinos, sus columnas de mármol, los gigantescos medallones con inscripciones árabes y la gran luminosidad interior. Las dimensiones de la sala principal es de 70m por 74m.  En la segunda planta se puede ver desde sus ventanas la Mezquita Azul. En 1985 fue nombrado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Actualización: En 2020 fue convertida de nuevo a mezquita y por lo tanto se ha tenido cubrir con cortinas todo elemento religioso como sus preciosos mosaicos.

Interior Santa Sofía
Interior Santa Sofía

Me llevó toda la mañana ver ambos templos. Al salir fui a un kebab a comer. Me resultó curioso lo simples que eran en comparación a como los hacen aquí. Sin salsas y simplemente acompañado con lechuga y tomate. La carne, desde luego, tenía muchísima mejor pinta que esas cosas raras que nos comemos aquí traídas a saber de donde.

Mi siguiente visita fu al Palacio de Topkapi. Si hay algo que represente el poder de la antigua Constantinopla es el Palacio de Topkapi. Fue construido en el año 1465 por orden de Mehmet II el Conquistador y sirvió de residencia para los sultanes que gobernaron el Imperio Otomano hasta que, en 1856, se decidió trasladar esta residencia al Palacio Dolmabahçe.

El recinto tiene más de 700.000 metros cuadrados en los cuales se encuentra: el Harén, diversos museos y cuatro patios con múltiples edificios donde encontraremos el Tesoro, establos, cocinas, bibliotecas, mezquitas, etc. La entrada me costó 25 liras con la entrada al Harén que es adicional. En él vivía el Sultán y su familia junto a todas sus concubinas y odaliscas de las cuales se cuenta que eran las más bellas de todo el Imperio. En total tiene cerca de 300 habitaciones.

Harem de Topkapi
Harén de Topkapi

El Tesoro del Palacio se encuentra en el tercer patio y está expuesto en cuatro salas. Posee alguna de las joyas más valiosas del mundo como el diamante cucharero  de 88 quilates, que es el tercer diamante más grande del mundo, o el puñal de Topkapi, que es el puñal más caro del mundo hecha con oro, diamantes, esmeraldas y piedras.

Tras la agotadora visita de Topkapi, todavía me quedaba tiempo para realizar una última visita en el día. Le llegaba el turno a la Cisterna Basílica, muy cerquita del Palacio. Se trata de un depósito de agua que en su día fue la cisterna más grande de la ciudad y abastecía al Gran Palacio Bizantino. Posteriormente, fue reutilizada para el palacio de Topkapi con una capacidad de 80.000 metros cúbicos. El nombre se debe a que fue construido donde antiguamente existía una basílica. Se cuenta que esta cisterna fue descubierta por las personas que vivían a su alrededor ya que tenían pequeños pozos en sus sótanos de donde obtenían agua e incluso peces.

Cisterna Basílica
Cisterna Basílica

Al entrar en la cisterna lo primero que me llamó la atención es la sensación de tranquilidad que me transmitía. Su iluminación y música ambiental, junto al sonido de las gotas del agua, creaban una atmósfera especial. Un sendero de tablas de madera transcurre por la cisterna para poder pasear por ella y hay que ir con cuidado de no resbalar. Hay una gran variedad de columnas romanas con capiteles jónicos, corintios y dóricos. Este mezcladillo se debe a que fue construido por distintos restos de antiguas estructuras romanas. Al final del recorrido hay 2 cabezas de medusa, la diosa que convertía en piedra a toda persona que le miraba a los ojos. que hacen de base a dos columnas. Están puestas boca abajo y de lado para anular sus poderes.

Con esto daba por concluido el día en cuanto a visitas culturales. Con el atardecer, fui hasta el Cuerno de Oro del Bósforo que se encontraba lleno de pescadores y desprendía un aroma a pescado y agua salada. El Bósforo separa Estambul en dos culturas muy diferenciadas. Se ofrecen paseos por él en barco que no dude en tomar. Fue bastante agradable.

Bósforo
Cuerno de Oro

Mi último día no fue más flojo que el anterior. Tomé un tranvía hasta el Palacio de Dolmabahçe. La pena fue que era lunes y justo ese día de la semana no abre. Tuve que contentarme con verlo por fuera. Así pues, puse rumbo a la parte moderna de la ciudad. Desde el Palacio fui hasta la Plaza de Taksim pasando por el estadio de fútbol del Besiktas. Las calles no son muy planas y hacia un calor agobiante. Así que llegué bastante cansado.

La Plaza Taksim es el centro de la parte moderna de Estambul. Estar en esta zona es como estar en cualquier ciudad Europea, tanto por el estilo de vida como por el estilo urbanístico. Y, eso, contrasta mucho con el resto de la ciudad. La plaza también es  el punto de manifestaciones sociales y políticas que no suelen acabar con muy buen pie. Taksim significa en turco distribución. Recibe este nombre porque, antiguamente, era el punto donde se centralizaba la distribución de agua de la ciudad. Es por esto que existe un monumento al aguador en esta plaza, aunque su principal escultura está la dedicada a la República.

Desde esta plaza nace la avenida comercial más importante de la ciudad: Istiklal Caddesi o Avenida de la Independencia en castellano. Es una paseo peatonal lleno de restaurantes, hoteles y tiendas. Por él transcurre lo que se conoce como el tranvía nostálgico, un viejo tranvía que va desde la plaza hasta el puente de Gálata.

El tranvía nostálgico
El tranvía nostálgico

Recorrí Istiklal Caddesi hasta su fin. Después de haber estado el día anterior en el barrio de Sultanahmed  donde la mayoría de mujeres iban tapadas con su hiyab, me chocó ver a las personas con vestidos tan europeos. Incluso había alguna iglesia católica.

Al final de la avenida, y dando ya al Cuerno de Oro, se encuentra la Torre de Gálata. Esta torre tiene su origen en el siglo V, cuando en ese mismo lugar se construyó un faro. Posteriormente, fue reconstruida por los genoveses que le dieron uso de torre de vigilancia ante las tropas bizantinas y la nombraron la torre de Cristo. Finalmente, tras la conquista del imperio de Constantinopla, la torre se utilizó primero como cárcel y posteriormente como observatorio. Recibe el nombre del barrio donde se encuentra y ha logrado sobrevivir a diversos terremotos. Con 61 metros de altura, tiene cierto encanto. Desde su mirador se puede contemplar una de las mejores vistas de Estambul. Me costó 10 liras entrar a la torre.

Torre de Galata
Torre de Galata

En el mirador de la torre tuve un momento mágico. Comenzó la llamada a la oración. Cerca de 3000 mezquitas sonaban al mismo tiempo, escuchándolas en 360 grados. Ver la panorámica de la Mezquita Azul, plaza de Sultanahmet, Santa Sofía, el Bósforo, el Cuerno y la llamada a la oración, provocó que se me erizaran los pelos.

Crucé el puente de Gálata para volver de nuevo al otro lado de la ciudad. Me dirigía ahora al Gran Bazar, uno de los bazares más grandes del mundo. Cuenta con 20 hectáreas y más de 4000 tiendas repartidas en sus 58 calles. Todas ellas bajo cubierta. Es casi misión imposible salir por la misma puerta que se entra. Un auténtico laberinto que es visitado por más de 300.000 personas diariamente. Este bazar fue construido en el año 1453 cuando Mehmet II el conquistador se hizo con el poder de Constantinopla. Su finalidad era potenciar el comercio.

Gran Bazar
Gran Bazar

El bazar está dividido por varias zonas para diferencia así el producto que se vende. Sorprende la sección de joyería donde las calles relucen debido al oro. Los mercaderes se acercan rápidamente hablándome en mi idioma, no puedo disimular mi cara de español. Lo primero que hacen es preguntarte cuanto pagarías tú por su producto, a partir de lo que se dice comienza el arte del regateo. En ocasiones pueden llegar a ser algo pesados, sobre todo cuando no quieres comprar. Como recomendación, cuando se quiere comprar algo, nunca se debe de hacer en la primera tienda. Se va a a todas las que se pueda y se regatea sin comprar. Después solo se ha de volver al lugar donde más barato se quedó el precio. 

Por la tarde fui ir al mirador de Pierre Loti que se encuentra en lo alto de la colina Eyüp. Para llegartuve que coger el bus 99A en la plaza Eminönü que está al lado del puente de Gálata. Una vez llegué a Eyüp subí la colina con un teleférico que pasaba por encima de un cementerio. Vaya que gracia.. si el teleférico se rompe ya estás ahí... En lo alto hay un café francés con un mirador en el que se contempla todo el Cuerno de Oro. Las vistas son increíbles. Pude disfrutar de un atardecer precioso. Mientras el sol va escondiéndose por el agua, el Cuerno va tomando colores dorados. 

El Bósforo desde Pierre Loti
El Cuerno de Oro desde Pierre Loti

Para finalizar. Volví hasta la plaza de Taksim para cenar en uno de sus numerosos restaurantes. La carta solo estaba en turco. Así que elegí a dedo sin saber lo que nos pedía. No salió mal la jugada.

Con esto finalizaba mi visita por Estambul. Me atrevería a decir que es la ciudad más bonita que he podido visitar. Sus mezquitas, su cultura, sus contrastes, sus aromas. Todo lo hace especial y mágico.


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